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[Texto leído en la presentación del libro Figuras de la crítica. La (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler (2022), Cuaderno SUM 20, realizada el 12 de mayo de 2023 en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.]

Articulación de historia y crítica: análisis del libro de Andrés Luna

Betzy Bravo García


Se reconoce el esfuerzo del “Seminario Modernidad: versiones y dimensiones” por recuperar análisis cercanos a la sociedad actual, tal como el libro que presentamos: Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler, escrito por Andrés Luna con un estilo que contiene la atención. Es un texto ágil, a pesar de que por momentos demanda mayor profundidad en la lectura. En suma, se trata de una lectura agradable que conduce a un análisis hondo, en sus justos términos, sobre las concepciones filosóficas que están cuidadosamente entretejidas.

      Desde el punto de vista metodológico, el mecanismo de abordar el problema consiste en hilar el significado de la subjetividad en la historia de las sociedades modernas, ya sea a través de tensiones o de confluencias entre las propuestas de la autora, Judith Butler, y los autores: Herbert Marcuse y Michel Foucault.

      Por otro lado, desde el punto de vista del contenido, Andrés Luna toma como base la posición de Marcuse sobre la crítica y la acción especulativa. Es interesante la tensión que establece entre la crítica –pensada desde la Ilustración, pasando por Kant, Hegel y Marx– y el significado de sujeto histórico. De manera que hay un puente entre crítica e historia, establecido desde las primeras páginas del libro.

      En este contexto, me gustaría acotar que, en El hombre unidimensional, Marcuse afirma que la sociedad industrial ha sobrepasado el carácter crítico de categorías negativas, es decir, categorías que se presentaban en contra de dicha sociedad, tales como “individuo”, “clase” o “privado”. El carácter negativo de determinadas categorías ha pasado a ser operacional y descriptivo. A este respecto, Marcuse propone cuestionar los términos que han de criticar a las sociedades actuales. La propuesta del pensamiento crítico de las categorías negativas es retomada por Andrés Luna Jiménez.

      La relación entre crítica e historia, abordada desde el lugar que ocupa el sujeto en ambas categorías, es explicada, en primer término, desde el Marcuse freudiano. Es importante detenernos en la explicación que el autor da sobre Marcuse, pues es fundamental para analizar el pensamiento de la filósofa y el filósofo subsecuentes.

I

Herbert Marcuse, integrante de la Escuela de Frankfurt, recuperó a Freud para analizar la sociedad de su tiempo. Los referentes principales de Marcuse son: Marx, por un lado, y Freud, por otro. La fuente principal tomada por Marcuse en esta última referencia es El malestar en la cultura, obra que funda una base de entendimiento de la cultura humana, a saber, las pulsiones. Freud propone que “la civilización se construye sobre la base de la represión de la dimensión pulsional de los individuos.”1 En este ámbito, Andrés Luna nos explica que, acuerdo con Freud, los seres humanos actúan no sólo para mantener su existencia en comunidad sino también con base en pulsiones autodestructivas. La civilización surgiría entonces de la represión de las personas hacia sus pulsiones; dicha represión proviene no solamente de las subjetividades sino también de las instituciones, las cuales conforman la cultura. De aquí se desprende que las formaciones y perturbaciones de la psique son funciones basadas en hechos materiales, esto es, se trata de una base fáctica cultural, social e histórica conformada por instituciones.

      Una de las tesis de Freud es que a más desarrollo técnico, mayor grado de insatisfacción anímica debido a la presión cultural por la represión de las pulsiones en pos de alcanzar mayor desarrollo. Marcuse cuestiona esta tesis, pues afirma que la consideración de Freud hacia las condiciones sociohistóricas es insuficiente. Dentro del carácter sociohistórico hay cuestiones anímicas que contribuyen en la reproducción social.

      El alcance de la sociedad actual es tal que, de acuerdo con Luna Jiménez, tiene formas cada vez más profundas y eficaces de dominio que se manifiestan en la conversión de los sujetos en agentes inconscientes de su propia represión. La opresión no es solamente fáctica, sino que deviene en transgresión psíquica. Analizar este fenómeno en las sociedades actuales requiere elevar el nivel de complejidad que estableció Freud, específicamente la configuración del súper yo, que tiene como base las prohibiciones y las normas sociales.

      Para Marcuse, el movimiento de la psique que da lugar al súper yo “simplemente traslada un conflicto social y político externo al interior del individuo en la forma de la contraposición entre el yo y el súper yo, estableciendo los términos de la tensión entre el principio del placer y el principio de la realidad, con la represión como mecanismo fundamental de regulación de los conflictos psíquicos”.2 Es decir que en la psique se encuentran, impuestos por la realidad externa, conflictos entre el yo y el súper yo, fundamentados en la represión, la cual sirve como reguladora de los conflictos psíquicos. No obstante, para Marcuse, en las sociedades industriales opera algo más que la represión de pulsiones a través de normas exteriores. Opera la configuración del hombre unidimensional, aquel que, además de reproducir los controles externos, identifica el orden interior con el orden exterior. De esta manera, el espacio interior es cercenado, se mimetiza con el control exterior, de ahí que Marcuse utilice el término unidimensional para caracterizar al ser humano de la moderna sociedad.

      Hay una introyección del sistema de necesidades y satisfactores que forja el estado de ánimo del individuo. “La vida psíquica se trama en torno a una economía pulsional”,3 que imposibilita la constitución de un sujeto que logre determinar la forma de producción de bienes. Se trata, en otras palabras, de individuos enajenados y cosificados. Para Andrés Luna, el hombre unidimensional es una categoría formal, aunque histórica, que se antepone al sujeto histórico planteado por Michel Foucault y Judith Butler, quienes lo sitúan en un registro empírico y singular.

II

Michel Foucault se adscribe al significado de sujeto establecido por Kant, esto es, un sujeto autónomo que ha superado la minoría de edad a través de la crítica. Una crítica entendida como “la investigación acerca de las condiciones de posibilidad de la razón y, a partir de ellas, la determinación de qué es posible conocer y cómo es lícito establecer las normas que regulan las relaciones entre los individuos y con respecto a la autoridad”.4 En este sentido, se asume una actitud crítica que visualiza otras posibilidades de ser. Foucault da un giro negativo a esta concepción kantiana al proponer una investigación sobre los límites de lo necesario en la constitución de la subjetividad, esto es, de qué se prescinde en la constitución del sujeto. Se trata de visibilizar lo contingente para sobrepasar la heteronomía.

      Siguiendo a Andrés Luna, Foucault se separa del registro filosófico de Marcuse. No se trata ya de una formalización de la subjetividad histórica, sino que se ubica en análisis particulares en relación con los cuerpos y los estados de ánimo. “La subjetivación o formación del sujeto equivale a una formación del cuerpo, el pensamiento o la psique de los individuos de acuerdo con las pautas dispuestas por formas heterónomas históricamente constituidas”.5 Esta constitución está en relación estrecha con el poder y con el saber, cuestiones que se interconectan en la sociedad. El poder produce objetos de saber en tanto que emite juicios de valor al legitimar o validar para poder establecerse. Y, por otro lado, el saber conlleva cotos de poder porque funciona estratégicamente para dominar o controlar.

      En este vínculo indisoluble se establecen las relaciones históricas de la constitución del sujeto. La configuración de la subjetividad es predispuesta, entonces, por relaciones de control. En este punto, Andrés Luna halla una coincidencia entre Marcuse y Foucault, en tanto que hay una prefiguración de la subjetividad basada en el deseo del propio sujeto. No obstante, matiza el planteamiento de Foucault al señalar que el funcionamiento del poder no determina teleológicamente las acciones del sujeto, lo que establece la posibilidad de que las acciones tengan un margen contrario al establecido por las condiciones históricas dadas.

III

Judith Butler sigue a Foucault al considerar al sujeto como una “estructura dispuesta por entramados de discursos, prácticas y espacios que establecen el lugar o la posición que el individuo debe llegar a ocupar en aras de ganar inteligibilidad para sí y frente a los otros.”6 De manera que la sumisión es algo simplemente posible, mas no necesario. Así, el ser humano estaría constituido por dos momentos: por un lado, la formación del sujeto a partir de normas predispuestas y, por otro lado, la ruptura o la continuidad de la sujeción.

      En el segundo momento, el de la ruptura o la continuidad, tienen lugar cuestiones anímicas. Butler explica que en la relación entre poder y subjetividad tienen un lugar importante los movimientos de la vida anímica del sujeto. La formación de la subjetividad, entonces, implica la formación del aparato psíquico. De acuerdo con Andrés Luna, esta premisa será la base para los estudios de género de Butler.

      Butler cuestiona el significado del proceso de internalización de las normas. ¿El espacio psíquico se contruye a partir de las normas o éstas se internalizan a un espacio psíquico ya construido? Siguiendo a Luna, la respuesta coincide en Butler y Foucault en el sentido de que las normas operadas causan un deseo que emerge junto con la subjetividad. No obstante, Butler enfatiza la estructura psíquica. “La formación del sujeto parece estar asociada con un movimiento de darse la vuelta, un volver sobre sí mismo que da lugar a la subjetivación o que funda la conciencia sujetada”.7

      En esta explicación se reiteran los dos momentos de la configuración de la subjetividad: el momento del poder como condición previa para construirla y el momento de en que el sujeto se mantiene en su condición de sujetado, es decir, el momento en que el sujeto reproduce los mecanismos de control para sí mismo. Se trata de una dinámica de repetición de dichos mecanismos que termina por ser introyectada y se manifiesta incluso en términos corporales, es decir, que las normas se incorporan.

      En una primera lectura del problema desde Butler, parecería que no hay salida a la constitución de la subjetividad sometida al poder. Sin embargo, en el segundo momento de la constitución de la subjetividad, es decir, en el momento de la repetición se abre una veta de potencialidades de lo que el sujeto puede ser. Así, se trata de una potencia habilitante en tanto que el sujeto puede asumir el poder sobre sí mismo. Esta potencia del ser humano no fue explorada por Foucault y aquí hallamos un distanciamiento entre el filósofo y la filósofa.

IV

A manera de conclusión, podemos enunciar brevemente las conexiones y contraposiciones entre la autora y los autores, siguiendo el análisis de Andrés Luna. Para Marcuse, la subjetividad es cercenada por las normas de las sociedades modernas hasta llegar a mimetizarse en una sola dimensión, escapar de tal condición es un cuestionamiento abierto. Por otro lado, aunque en la visión de Foucault está presente el control y la sujeción, visibiliza las contingencias de los seres humanos, de manera empírica, para sobrepasar la heteronomía. Esta posibilidad de escapar del sometimiento es afinada por Butler al plantear la posibilidad de que el sujeto rompa su sujeción cuando éste aprehende y repite las normas predispuestas.

      Son éstas algunas configuraciones del sujeto que pueden encontrarse en el libro de Andrés Luna, que logra los objetivos planteados, según sus propias palabras: “aproximarse a algunos de los principales problemas, conceptos y debates que dan forma al horizonte contemporáneo de la teoría social y cultural, donde la crítica y la historia continúan articulándose”.8

Notas


^ 1.  Andrés Luna Jiménez, Figuras de la crítica: la (de)formación del sujeto como problema histórico en Marcuse, Foucault y Butler, Serie Cuadernos del Seminario Modernidad: versiones y dimensiones, núm. 20, México, Secretaría de Desarrollo Institucional-UNAM, p. 24.

^ 2.  Ibid., p. 29.

^ 3.  Ibid., p. 32.

^ 4.  Ibid., p. 43.

^ 5.  Ibid., p. 47.

^ 6.  Ibid., p. 60.

^ 7.  Ibid., p. 68.

^ 8.  Ibid., p. 85.

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