[Reseña de: Bruno Latour, Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropología simétrica, Madrid, Siglo XXI, 2007.]
Volviendo a atar el nudo gordiano
Rosa Isela Flores
Bruno Latour es un estudioso de las conexiones entre sociología, historia y economía de las técnicas. También ha dedicado varios trabajos a la innovación técnica y sus dinámicas, la gestión de la investigación, la cultura científica y la filosofía del medio ambiente. Actualmente es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de París. Entre sus publicaciones más importantes se encuentran, además de Nunca fuimos modernos, La vida en el laboratorio: la construcción de los hechos científicos y La esperanza de Pandora: ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia.
Nunca fuimos modernos fue publicado por primera vez en Francia en 1991. En este ensayo, Latour cuestiona el éxito del paradigma fundador de la modernidad. Según él, la división que sustentaba el sistema moderno de representación del mundo, la oposición radical entre naturaleza y cultura, nunca funcionó realmente. Los modernos jamás dejaron de crear híbridos. En la práctica, afirma Latour en este libro, nunca fuimos modernos.
El texto comienza con una muestra de la invasión de los híbridos. Éstos nunca dejaron de proliferar y hoy nos invaden. Todos los días encontramos mezclas de naturaleza y cultura. Los periódicos están repletos de artículos híbridos que dibujan madejas de ciencia, política, economía, derecho, religión, técnica y ficción. Estas madejas parecen tejer el mundo. El pensamiento moderno cortó el nudo gordiano, de un lado quedó el conocimiento de las cosas, del otro el interés, el poder y la política de los hombres. La propuesta de Bruno Latour en este ensayo consiste en volver a atar el nudo gordiano atravesando el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, naturaleza y cultura. Latour utiliza la noción de traducción o de red como vehículo para volver a atar el nudo. Los críticos modernos desarrollaron tres repertorios distintos para hablar de nuestro mundo: la naturalización, la socialización y la desconstrucción. Sin embargo, ninguna de estas formas de crítica tiene la capacidad suficiente de tratar las redes. Éstas son a la vez reales, narradas y colectivas.
Latour afirma que las redes desplegadas por él y por quienes estudian los híbridos, tienen raíces antropológicas. Según este autor, desde hace tiempo la antropología trata el tejido sin costura de las naturalezas-culturas. Sin embargo, ningún antropólogo nos estudia de esa manera. Nosotros somos modernos. Nuestro tejido ya no es sin costura. Las costuras en nuestro tejido hacen imposible la continuidad en los análisis. Si se le quiere dar un hogar a las redes, la definición del mundo moderno necesita ser alterada para que éste pueda ser antropologizado.
La palabra moderno designa, para Latour, dos conjuntos de prácticas totalmente diferentes que deben permanecer distintas para no perder su eficacia. El primer conjunto crea, por traducción, mezclas entre géneros de seres totalmente nuevos, híbridos de naturaleza y de cultura. Este conjunto corresponde a las redes. El segundo crea, por purificación, dos zonas ontológicas por entero distintas, la de los humanos y la de los no humanos. Este conjunto corresponde a la crítica. La relación entra las prácticas de traducción y de purificación es que la segunda generó la primera. Cuanto menos se piensan los híbridos, más posible se vuelve su cruce. Esta es la paradoja de los modernos.
Según Latour, la modernidad viene después del recubrimiento de, por una parte, la creación conjunta del nacimiento o anuncio de la muerte del hombre, del nacimiento de la no humanidad y del nacimiento de un Dios tachado; por otra, del tratamiento separado de las tres comunidades. La Constitución moderna es el texto común que define el entendimiento que organiza la división de los poderes naturales y políticos, y la separación entre el mundo natural y el mundo social. Esta Constitución ofrece cuatro garantías. Primera, aunque nosotros construyamos la naturaleza, es como si no la construyéramos. Segunda, aunque no construyamos la sociedad, es como si la construyéramos. Tercera, la naturaleza y la sociedad deben ser absolutamente distintas; el trabajo de los híbridos y el trabajo de purificación están separados totalmente. Cuarta, Dios es alejado para siempre de la doble construcción social y natural, al tiempo que lo deja presentable y utilizable. La primera, la segunda y la cuarta garantía juegan a la vez con la inmanencia y la trascendencia. La cuarta garantía estabiliza el mecanismo dualista y asimétrico asegurando una función de arbitraje. El punto central de la Constitución es volver invisible, impensable e irrepresentable el trabajo de mediación que reúne a los híbridos. Siguiendo a Latour, la modernidad sería, pues, la producción conjunta de los tres pares de trascendencia e inmanencia.
El planteamiento de Latour es que el mundo moderno nunca funcionó según la Constitución. Nunca fuimos modernos según las reglas de ésta. La modernidad nunca comenzó. La Constitución moderna existe y actúa efectivamente en la historia, pero no define ya los que nos ocurrió. La eficacia de la Constitución consiste en permitir el aumento del trabajo de mediación. Al tiempo que ignora las mezclas, permite su proliferación.
El diagnóstico de la actualidad hecho por Latour es que el mecanismo que hacía funcionar la Constitución está trabado. El crecimiento de los cuasi-objetos saturó el marco constitucional de los modernos. Siguiendo a Michel Serres, Latour llama a los híbridos cuasi-objetos, porque no ocupan ni la posición de objetos prevista para ellos en la Constitución, ni la de sujetos, y porque es imposible encajonarlos a todos en la posición mediana que los convertiría en una simple mezcla de cosa natural y de símbolo social. La invasión actual de los cuasi-objetos se debe, pues, a que el marco constitucional, que niega pero permite su existencia, no puede ya mantenerlos en su lugar.
Nunca fuimos modernos ofrece una manera novedosa de comprender nuestro mundo. Bruno Latour, miembro destacado de los estudios sociológicos de la ciencia, propone una antropología simétrica del mundo moderno. Es decir, considerar como actuantes a los humanos, a los no humanos y a los discursos. Los estudios propuestos por Latour plantean una visión simétrica y monista del mundo.