[Reseña de: Subirats, Eduardo, Metamorfosis de la cultura moderna, Anthropos, Barcelona, 1991, 238 págs.]
Reflexión y poesía en el pensamiento crítico español
Ricardo Cortés Ortega
Por medio de esta obra, Eduardo Subirats reúne una serie de ensayos que, de manera un tanto fragmentaria pero detallada, dan a conocer un pensamiento crítico que, si bien retoma y se apropia de elementos externos o “ajenos” a su experiencia, reconoce que su mayor aportación se encuentra en sí mismo, como una forma de pensar que no puede ser de otro modo y se afirma como tal, es decir, que sólo se puede orientar a través de su experiencia misma y enraizado a su propia cultura. De ahí que una de las mayores contribuciones de este libro, más allá de trazarnos por diversas aristas la postura crítica que el autor considera más viable, sea introducirnos a la manera en que el pensamiento filosófico español del siglo XX le ha hecho frente a los conflictos epistemológicos, existenciales y políticos que trae consigo la metamorfosis de la cultura moderna. Afirmar esta identidad histórica como indispensable para afrontar dichos conflictos no implica su revaloración como una herencia cultural que tan sólo se contrapone a la modernidad por formar parte de una tradición. Frente al misticismo y al espiritualismo que fue, en más de una ocasión, motivo para escarnecer el pensamiento filosófico de una España fracasada y retrógrada, Subirats revalora este pensamiento porque, conforme a ciertos valores culturales de carácter ético y estético, posee una sensibilidad poética en la medida en que se abre el camino de la reflexión a través de lo expresivo, afectivo, intuitivo o emocional. Es decir, se trata de un pensamiento filosófico que es sumamente sensible a todo aquello que desde la razón moderna carece de identidad lógica y, por consiguiente, debe ser rechazado de manera ascética.
Lo mencionado anteriormente no quiere decir que todos los ensayos que recopila la obra se centren meramente en el ámbito español; sin embargo, ver y valorar por medio de esa sensibilidad propia de la filosofía española es lo que, de forma más elocuente, le permite desarrollar un análisis muy particular de las diversas mutaciones que ha sufrido la modernidad. Como el autor lo menciona en la breve introducción, el libro está estructurado en dos partes. La primera reúne ensayos filosóficos destinados a elaborar un análisis genealógico que cuestiona los orígenes y presupuestos de la razón moderna como fundadora de una cultura represiva. En la segunda parte, compuesta por ensayos de corte más periodístico, se aplica este modelo de pensamiento crítico al análisis de distintos fenómenos significativos de la modernidad. Aborda, por mencionar algunos ejemplos, el potencial destructivo de un accidente nuclear, la desintegración del ideal humanista de la Universidad y la estética expresionista en la película Metrópolis. Pero, por sobre todos los demás, su ensayo titulado Intermedio sobre filosofía y poesía es fundamental para comprender tanto el propósito de esta obra como el sentido del pensamiento filosófico español; por eso resulta necesario intentar reseñar el contenido general de la obra por medio de dicho texto.
Es evidente que el autor retoma como un proyecto a seguir lo que tan sólo se anuncia en la obra de Ortega y Gasset: “Fundamentar la experiencia de una filosofía que supere las limitaciones históricas y teóricas de la razón pura o cartesiana”. Sin embargo, manifiesta un mayor interés por la obra El hombre y lo divino, de María Zambrano, como el lugar más acabado e inteligentemente expuesto de dicha experiencia; de ahí que en su ensayo titulado Intermedio sobre filosofía y poesía nos incite a prestar atención a su pensamiento. En primer lugar, Subirats nos incita a prestarle atención porque hace una corrección esperanzadora al existencialismo. Dicha corrección se vuelve esencial, claro está, cuando se concibe esta filosofía como la más representativa de la cultura moderna en crisis, es decir, como un pensamiento que forma parte de ese proceso de “anihilación” y degradación de valores culturales. Se trata entonces de una filosofía corrompida que, si bien hace una crítica mordaz a la razón moderna, ha asumido la nada como esencia o como condición ontológica de la vida humana; en ese sentido contribuye a la desorientación y a una “negación ascética de la vida”. Es por eso que, de igual manera, al ser una “inteligencia que se sabe sometida a la mayor impotencia”, va de la mano con el expresionismo y comparte su desesperación. Así pues, mientras el existencialismo provoca una adaptación resignada a la crisis, Zambrano hace una corrección que es esperanzadora porque permite asumir esta nada como una experiencia límite que debe ser confrontada para superar las contradicciones históricas de la modernidad.
Aunado a lo anterior, esta obra de Zambrano es un ensayo que parece condensar, al “reunificar la reflexión filosófica con lo poético”, la sensibilidad del pensamiento filosófico español, el cual, como se ha mencionado, ha sido marginado a un estado en el que, debido a sus componentes poéticos o religiosos, no puede ser filosofía y deja de tomarse en serio. Conforme a ese entendido, dicha sensibilidad es concebida por la razón moderna como una debilidad, misma que hace de su filosofía una experiencia que es incapaz de estar por encima de la vida, manteniendo así una relación mimética con las cosas del mundo. Dicho de otro modo, esta sensibilidad que se presenta como una debilidad de la reflexión española, es en realidad su mayor fuerza frente a una filosofía en crisis –pero todavía hegemónica– que, como principio fundacional, ha decidido sacrificar lo poético en nombre de una mayor racionalización. Así pues, su sensibilidad es vital para la filosofía en la medida en que le permite comprender el sentido de las cosas para reconocer su lugar en el mundo y, de esta manera, construir una forma de pensamiento que las integre, no para dominarlas sino para hallar en ellas cierta afinidad y saber corresponderlas.