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Modernidad: Versiones y dimensiones
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[Reseña de: Fredric Jameson, Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente, Barcelona, Gedisa, 2004, pp. 204.]

 

La modernidad como categoría narrativa

 

Andrés Luna Jiménez

 


En Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente, Fredric Jameson, filósofo y teórico literario estadounidense de orientación marxista, vuelve a abordar algunos de los temas fundamentales en su obra como el problema de la modernidad, el modernismo estético y literario y el examen crítico del panorama contemporáneo de teorías culturales sobre lo posmoderno. Lo hace mediante un sólido ensayo, estructurado en dos partes y una digresión intermedia, que parte de una serie de consideraciones teóricas en torno a los usos históricos del término “modernidad” para desembocar en un poderoso análisis retrospectivo sobre el modernismo artístico.

 

La modernidad como concepto, plantea Jameson, arroja más problemas de los que resuelve. Resulta vano tratar de encontrar “el relato correcto” de la modernidad entre la gran diversidad de narrativas, cada una con sus acontecimientos inaugurales, periodizaciones y rupturas, que se disputan la inteligibilidad de lo moderno. No obstante, Jameson tampoco considera pertinente desechar la categoría, por problemática que sea. La fórmula escéptica que postula la modernidad como un simple mito resulta estéril e improductiva, plantea, y la conocida postura de Lyotard que decreta el fin de los grandes relatos no logra escapar a ser también en sí misma un relato.

 

¿Qué hacer, pues, frente a esta multiplicidad de propuestas que buscan organizar y hacer inteligibles todo tipo de sucesos a partir del concepto en cuestión? Jameson propone pensar la modernidad como una categoría narrativa; como un tropo que ha funcionado primordialmente como estrategia de reescritura de aquellos acontecimientos que, al ser postulados como “modernos”, decretan la obsolescencia de todos los relatos anteriores que pretendían explicarlos. 


Pero, ¿acaso no parece este enfoque un completo relativismo que se desentiende de la búsqueda de una verdad histórica en estas narrativas de lo moderno? Esta crítica sólo podría sostenerse, afirma Jameson, desde una epistemología estática (ahistórica). Lo que busca el autor al adoptar este enfoque es, antes bien, definir una estrategia teórico-metodológica suficientemente crítica y penetrante como para enfrentar esa multiplicidad de narrativas logrando un mejor discernimiento entre ellas, para detectar toda una serie de falsos problemas inadvertidos, algunos bastante extendidos, cuyo origen está en las funciones ideológicas que han sido históricamente depositadas en el concepto de modernidad. En otras palabras, enfocar la modernidad como un tropo narrativo permite a Jameson desvelar el trasfondo ideológico y la retórica político-partidista de muchas de las reflexiones históricas, filosóficas y estéticas sobre lo moderno.

 

El enfoque analítico de Jameson queda demarcado por cuatro sugerentes tesis o máximas sobre la categoría de “modernidad”, cuatro premisas teóricas concebidas para llevar a cabo esta aproximación crítica a las múltiples narrativas. El autor va construyendo dichas máximas a lo largo de la primera parte del ensayo mediante una teorización sobre el problema de las rupturas, las periodizaciones y la postulación de acontecimientos inaugurales en los distintos relatos de la modernidad –la Ilustración, la Revolución francesa, la Reforma protestante, el cogito cartesiano, la conquista de América, los trabajos de Galileo, etc.– y a partir de una serie de consideraciones sobre algunos autores cuyo relato ha resultado particularmente fecundo e influyente –entre ellos Descartes, Marx, Heidegger, Foucault, Balibar, Weber, Lukács, Deleuze y Luhmann. El capítulo intermedio, titulado “Modos transicionales”, se ocupa de hacer algunas consideraciones sobre las distintas las tradiciones nacionales –en particular la francesa, la alemana, la inglesa y la hispanoamericana– su experiencia histórica y sus narrativas de la modernidad. Este capítulo permite a Jameson hacer un preámbulo para la investigación estética sobre el modernismo artístico que realiza en la segunda parte del ensayo, problematizando el relato convencional que postula como el hito inaugural de esta corriente una supuesta ruptura con el realismo. En la segunda parte, Jameson busca reconstruir, siguiendo sus cuatro máximas, la situación histórica de “modernidad” en la cual el modernismo artístico puede hacerse inteligible como proceso social. Recurre a numerosos elementos de las teorías ya clásicas sobre esta corriente –de teóricos como T. Adorno, C. Greenberg, Paul de Man y M. Blanchot– con la intención de reescribir a posteriori (a diferencia de los autores y artistas que analiza) el relato del modernismo artístico.

 

Por debajo del análisis formal de los usos históricos e ideológicos del concepto que lleva a cabo en este ensayo, por momentos Jameson deja entrever una propuesta original sobre cómo pensar la modernidad. Una que la sitúa lejos de la pretensión de correspondencia entre concepto y objeto, para colocarla como una forma espectral de la experiencia social, donde aquella voluntad de reescritura –el tropo de la modernidad, que postula una verdad como corrección de los relatos anteriores– se revela como síntoma y abstracción del trauma histórico ocasionado por el violento tránsito del mundo feudal al capitalista. Una modernidad singular. Ensayo sobre la ontología del presente es un texto riguroso y sugerente, que sitúa la problemática de la modernidad en un horizonte novedoso y provocativo. Un libro mediante el cual Fredric Jameson vuelve a demostrar que es un autor insoslayable para la discusión contemporánea de los temas aquí abordados.

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