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[Publicado en: Acta poética, revista semestral del Centro de Póetica, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, 34-2, julio-diciembre de 2013, pp. 77-100.]

 

El enigma de Walter Benjamin

 

Javier Sigüenza



In Memoriam Bolívar Echeverría

Das destruktive oder kritische Element in der
Geschichtesschreibung kommt in der Aufsprengung
der historischen Kontinuität zur Geltung.1
Walter Benjamin. Über den Begriff der Geschichte.


I

En su libro Mi travesía de los Pirineos, Lisa Fittko narra la inesperada visita que recibió un día del mes de septiembre de 1940, cuando se hallaba en una estrecha y pequeña buhardilla en Port-Vendres, al sur de Francia:

Hacía un par de horas que me había acostado cuando me despertaron unas llamadas a la puerta… me levanté y, soñolienta, abrí la puerta. Me froté los ojos asombrada, ante mis ojos se encontraba uno de nuestros amigos, Walter Benjamin, quien, como tantos otros, se había refugiado en Marsella cuando los alemanes habían invadido Francia.2

Durante más de quince años, Walter Benjamin se había negado a abandonar Europa, pues expresó en varias ocasiones a sus amigos que aún había posiciones que defender allí. A mediados de 1940, sin embargo, le resultó imposible permanecer más tiempo en París, ya que con la ocupación de Francia por el régimen Nazi la situación se volvió totalmente insegura para él, como para otros tantos refugiados, pues ya se sabía que judíos y en general gente de izquierda, eran sacados durante la noche de sus casas y llevados a paraderos desconocidos. Benjamin, como otros tantos intelectuales europeos, tenía aún la esperanza que ante el avance del fascismo en Europa, el proletariado lograra unificarse, parar la guerra y hacer la revolución. Como es sabido, la revolución no llegó, pero si “la época de la guerra total.”3

     1940 fue un año funesto en el que Alemania derrotó a Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica e invadió Francia. Los primeros cuatro países fueron ocupados y Francia dividida en dos. Esto no era sin embargo un estado de excepción, sino la regla, como afirmaría el mismo Benjamin, pues fue la consecuencia más extrema de una situación que venía generándose desde hacía ya varios años atrás, con una serie de hechos que fueron el preludio del drama macabro que los fascistas montaron en el escenario mundial, hechos como la invasión de Etiopía por Italia en 1935; la intervención de los alemanes e italianos en la Revolución Española en 1936; la anexión de Austria por parte de Alemania, la invasión de los nazis de Checoslovaquía en 1939 o la ocupación de Albania por Alemania ese mismo año. Hechos que además pusieron en evidencia el dócil sometido de las democracias occidentales y del “socialismo realmente existente” a los designios del Tercer Reich, pues el tratado de München de 1938 permitió de facto a Alemania ocupar territorios de Checoslovaquía, y el tratado de no agresión entre el régimen soviético y los nazis, permitió a éstos la ocupación de territorios polacos.4

    En medio de esta catastrófica situación estaba Benjamin, intentando aun defender posiciones contra el fascismo y a favor de la revolución, con las únicas armas que poseía y que sabía manejar con una maestría sin igual: la fuerza del pensamiento crítico, su enigmática escritura y su cortesía casi chinesca:

Estimada señora le ruego que perdone la molestia, espero no haber llegado en momento inoportuno. -Pensé: el mundo está saliéndose de quicio, pero la cortesía de Benjamin permanece inalterable. -Su señor esposo me ha explicado cómo podía encontrarla. Me dijo que usted me llevaría a España, cruzando la Frontera.5

    Lisa Fittko era una judía-vienesa antifascista, que fue parte de la resistencia silenciosa que luchó contra el nazismo y ayudó en esos años funestos a los que huían de los nazis a cruzar la frontera. En aquello meses, los caminos de huida se habían vuelto inseguros, pues los gardes mobiles, por ordenes de la delegación de la Gestapo en Francia, mantenían una estrecha vigilancia. Fittko sin embargo había encontrado una nueva ruta, gracias a la ayuda de los trabajadores de la región y el alcalde de Banyuls-sur-mer, el señor Azéma. Se trataba de un viejo sendero de contrabandistas que fue conocido como la route Lister; el camino sin embargo implicaba varios riesgos desconocidos, pues Lisa Fittko sólo contaba con un croquis que le había hecho el señor Azéma y el sendero llevaba hacia la parte más alta de la montaña, por lo que la subida sería muy trabajosa, especialmente para Benjamin que padecía trastornos cardíacos.

    -“¿Quiere correr estos riesgos?” –preguntó Fittko a Benjamin– “Claro que sí dijo…, sin el menor titubeo. El autentico riesgo sería no ir”.6 Junto con Benjamin habían venido desde Marsella la señora Gurland y su hijo José, para conocer el camino que iban a recorrer, hicieron un paseo de exploración con la señora Fittko fingiendo ser turistas. Benjamin llevaba una maleta que le llamó la atención a la señora Fittko:

Ahí dentro va mi nuevo manuscrito –me aclaró–. ¿Pero por qué se ha traído consigo esa maleta… si sólo vamos a explorar el terreno. –Mire, esta maleta es para mí lo más importante de todo. De ninguna manera puedo perderla. Es necesario que ese manuscrito se salve. Es más importante que yo mismo.7

    Luego de andar un par de horas, llegaron a un lugar despejado al lado de un gigantesco risco, descansaron un momento y después se dispusieron a iniciar el descenso, pero Benjamin se negó a regresar, a pesar de la insistencia de las señoras Fittko y Gurland, pues ya había recorrido una tercera parte del camino –dijo serenamente– y el objetivo que perseguía era cruzar la frontera y no permitir que su manuscrito cayera en manos de la Gestapo, si regresaba y al día siguiente hiciera otra vez todo el trayecto, quizá su corazón no resistiría, por lo tanto, concluyó, se quedaría ahí.8 Las dos señoras intentaron persuadirlo de que volvieran juntos, pues permanecer allí sería peligroso, pero la determinación de Benjamin fue inamovible, así que las dos señoras y el joven regresaron solos. Benjamin pasó esa noche a la intemperie, sumergido seguramente en sus múltiples y enigmáticas reflexiones, preocupado por poner a salvo su manuscrito, como si de ello dependiera el curso de la historia.

    Al día siguiente, los tres salieron muy temprano, antes de que amaneciera, para mezclarse entre la gente que iba al campo y así evitar ser detenidos. Iban bastante preocupados por Benjamin y cuando al fin lograron llegar al lugar en donde había permanecido el día anterior, afortunadamente lo encontraron a salvo. Emprendieron la marcha entre “caminos lisos de roca y bajo un intenso calor”, subiendo por las vides: “Allí, en aquella viña, fue donde Benjamin flaqueó por primera y única vez… y declaró, con palabras serenas, que aquello estaba por encima de sus fuerzas.” Lisa Fittko y el joven José lo tomaron por los brazos para ayudarlo a subir la cuesta: “Benjamin respiraba con dificultad, pero no se quejó… Sin embargo, una y otra vez echaba miradas a su maleta.9

   Cuando finalmente llegaron a la cumbre, pasaron al lado de un charco de agua hedionda y verdosa, frente al que Benjamin se arrodilló para beber, Lisa Fittko le dijo que no podía beber, pues el agua sin duda estaba contaminada y corría el riego de adquirir tifus, a lo que Benjamin respondió: “Discúlpeme pero no me queda otro remedio. Si no bebo de este charco, tal vez no logre llegar hasta el final. Lo peor que puede pasar es que muera de tifus… después de haber cruzado la frontera. La Gestapo no podrá ya detenerme y el manuscrito estará a salvo.”10 Bebió del agua y así pudo continuar el ascenso; después de casi diez horas por fin llegaron a la cumbre desde donde se veía el poblado de Port-Bou, en la frontera con España, allí la señora Fittko dejó al grupo para que continuara su camino.

    La señora Gurland cuenta años más tarde, que una vez en Port Bou se enteraron de que se había promulgado un decreto en el que no se permitía el paso por territorio español a gente sans nationalité. Por más que rogaron, lloraron y mostraron los papeles en regla a los oficiales fronterizos, no les permitieron el paso. Benjamin y el joven José sólo tenían un documento del gobierno norteamericano, por lo que muy probablemente serían entregados a la Gestapo y llevados a un campo de concentración. Todos se fueron desesperanzados a un hotel del poblado, para pasar la noche bajo vigilancia. A las 7 de la mañana Benjamin llamó a la señora Gurland a su habitación, le dijo que había injerido una fuerte cantidad de morfina, que debía de hacer parecer que estaba enfermo, le dio una carta para Theodor W. Adorno y luego se desmayó. La señora Gurland fue presa de los peores temores, hasta que al día siguiente un médico expidió el certificado de defunción, luego dejo las cosas de Benjamin con el juez y le pidió que lo mandara al Consulado Norteamericano en Barcelona.11

    Benjamin murió entre el 26 y 27 de septiembre de 1940. Parece como si en su intento por huir, hubiera pensado en todas las posibilidades, incluido el suicidio, pues llevaba preparada suficiente morfina para quitar varias vidas.12 Como una última burla del destino, al día siguiente las autoridades españolas permitieron el paso al grupo. Según Hannah Arendt esta situación era para cualquier otra persona un “golpe de mala suerte inusual” pero no para Benjamin, que frecuentemente tenía que enfrentarse a las peores dificultades: “Un día antes y Benjamin hubiese pasado sin ningún problema; un día después y la gente de Marsella habría sabido que en ese momento era imposible pasar a través de España. Sólo en ese día en particular era posible la catástrofe”.13 Pero la catástrofe no alcanzó únicamente a Benjamin, sino a millones de víctimas del fascismo y el nacionalsocialismo, lo cual no era una situación excepcional sino la regla en aquellos años.

    El manuscrito que tanto protegía Benjamin parece haberse perdido para siempre. Su amigo de toda la vida, Gerschom Scholem, considera la posibilidad de que haya sido un avance significativo de La obra de los pasajes (Das Passagen-Werk), su obra cumbre, que jamás llego a concluir. Aunque según los informes de la policía fronteriza española, que obtiene Max Horkheimer años más tarde, no había ningún manuscrito grueso dentro de la maleta que afirme la suposición de Scholem, aunque es probable que con la caligrafía diminuta de Benjamin no necesitara grandes folios para transportarlo; por su parte, Rolf Tiedemann considera que en realidad el manuscrito era otro texto, quizás el último que Benjamin redactó antes de su muerte, conocido como las tesis Sobre el concepto de historia (Über den Begriff der Geschichte).14 Hasta el día de hoy sigue siendo un misterio de qué manuscrito realmente se trataba, un enigma más en la vida y la obra de Walter Benjamin.

 

II

    Con la publicación póstuma de la obra de Walter Benjamin no se resolvió el misterio del manuscrito perdido y, por el contrario, como afirma Rolf Tiedemann, se abrieron nuevos enigmas en torno a su fisonomía intelectual.15 Si consideramos la obra escrita como algo vivo, escribió Benjamin, la vida de la obra es aquello que se conforma durante la vida del autor, cuando el autor muere, la obra entra en una etapa de supervivencia (Überleben), si los contenidos metariales y de verdad cifrados en la obra resultan significativos, entonces la traducción, el comentario y la crítica le otorgarán a la obra una pervivencia (Fortleben) duradera, en ellas la obra alcanzará su expansión póstuma más vasta y siempre renovada.16

    Significativa resulta sin duda la obra del mismo Benjamin que con su trágica muerte entró en un largo periodo de supervivencia, pues la recepción de su legado no inició sino hasta la vuelta de los miembros del Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt a Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial. La fama póstuma, escribió Hannah Arendt, es quizá la más ingrata y al mismo tiempo la menos deseada de todas las formas de la fama, aunque también es la más segura y duradera.17 Casi treinta años después de su muerte, en los años setenta, esa fama póstuma recayó en Alemania sobre el nombre de Walter Benjamin, y poco a poco se fue extendiendo a otros países de Europa, como Francia, Italia, y del otro lado del Atlántico en América Latina y los Estados Unidos de América, y hasta el día de hoy su obra sigue siendo objeto de agitados y apasionados debates, particularmente en el contexto latinoamericano.

    El interés por la obra de este pensador iconoclasta se debe a su enorme apertura intelectual, en la que se ponen en juego el discurso filosófico y la crítica de arte, la sociología y la crítica literaria, la teología y el materialismo histórico, el marxismo y el anarquismo, pero no con la intención de llegar a una síntesis superior, sino como un esfuerzo intelectual para aproximarse a lo diversidad de lo real, sin reducirla a alguna disciplina académica o concepción ideológica en particular. Desde una perspectiva filosófica, es posible ubicar el pensamiento de Benjamin en la encrucijada de la historia de los fenómenos culturales y la crítica de la economía política, pero a diferencia del marxismo economicista, Benjamin no pretendió reducir los fenómenos culturales a los hechos económico-políticos, sino más bien intentó comprender críticamente los hechos histórico-sociales a partir de los fenómenos culturales.

    Por otra parte, la posición política de Benjamin lo vincula sin duda con la izquierda revolucionaria, pero no con el Partido Comunista, al que estuvo en algún momento tentado a incorporarse pero al que nunca se afilió, debido a sus constantes desencuentros con la política del partido, menos aún con la socialdemocracia, a la que criticó férreamente desde su juventud hasta sus últimos escritos y si bien estuvo muy cercano a las posiciones libertarias, tampoco se le puede considerar propiamente un anarquista. En realidad, Benjamin perteneció a una izquierda intelectual de nuevo cuño, desde la que se puso en cuestión los presupuestos teóricos que guiaban la práctica política de la izquierda comunista, del marxismo vulgar como también lo llamó, y que renovó el carácter crítico del discurso de Marx, desde una posición libertaria,18 asumida tanto por anarquistas como por algunos miembros de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX.

    Para un pensamiento habituado a la férrea disciplinariedad de las ciencias, estos rasgos de la fisonomía intelectual de Benjamin lo convierten en un pensador inclasificable. Un pensador que además se opuso al pretencioso gesto del tratado y buscó formas más adecuadas de expresión directa en el seno de las comunidades activas. De allí su especial predilección por la forma ensayística de la escritura, las imágenes reflexivas (Denkbilder) y dialécticas (dialektisches Bilder), los aforismos y la tesis. Formas que son para el aparato de la vida social, escribe en Calle de dirección única (Einbahnstraße), lo que el aceite a las máquinas, nadie se pone frente a una máquina y la inunda de aceite, sino que pone un poco de lubricante en roblones y junturas que es necesario conocer.19 Aunque tardíamente, el enigmático pensamiento crítico de Benjamin ha tenido ese efecto de lubricante sobre la vieja maquinaria del discurso, que corre el riesgo siempre de caer en manos del conformismo.

 

III

    Uno de los textos de Walter Benjamin que ha despertado un particular interés en las últimas décadas, a pesar de su fuerte carácter hermético, es las tesis Sobre el concepto de historia, cuya última versión sea quizá, como se mencionó antes, el manuscrito que Benjamin tanto protegía en su frustrada huida. Tal interés no deja de resultar paradójico, ya que Benjamin no deseaba publicar esas tesis, pues no las consideraba algo definitivo, sino más como una colección de ideas provisionales recolectadas en paseos reflexivos y no deseaba que su publicación abrieran las puertas a la incomprensión entusiasta.20

    Sin embargo, los objetivos que perseguía al escribirlas no eran menores, se trataba de una serie consideraciones metodológicas, surgidas como paralipómenos de sus trabajos sobre La obra de los pasajes, una especie de reflexión teórica del conocimiento, de las que ya se había ocupado en su ensayo sobre Eduard Fuchs y que servirían de armazón teórica para sus ensayos sobre la poética de Charles Baudelaire. Además, pretendía con ellas, liberar al “materialismo histórico” de ciertos resabios positivistas, particularmente del concepto de progreso, que persistían en él; y ocuparse además de nociones fundamentales como memoria y olvido, para una concepción crítica de la historia. Escribe también, que esas reflexiones las había albergado durante al menos veinte años y adquirieron una especial importancia en la constelación histórica de la guerra.21 Aunque, como bien señala Michael Löwy, las tesis van más allá del contexto histórico inmediato de su redacción y platean cuestiones que se refieren críticamente a la concepción de la historia moderna en su conjunto.22 De allí el enorme interés que han despertado en otros contextos histórico-culturales, como el latinoamericano, en el que además de las discusiones sobre los contenidos de las tesis, algunas de sus ideas han sido actualizadas para pensar críticamente los procesos históricos fuera de occidente.

    Las tesis fueron publicadas por vez primera por Adorno, en un número especial de la Revista del Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, titulado En memoria de Walter Benjamin (Walter Benjamin zum Gedächtnis) en Los Angeles en 1942, cuando el Instituto aún se encontraba en el exilio en Estados Unidos. Cinco años más tarde, en 1947, Pierre Missac las tradujo al francés y las publicó en la famosa revista Les temps modernes; y en 1950, Adorno volvió a publicarlas en la revista Neue Rundschau. Estas primeras publicaciones parece no haber suscitado demasiado interés en el mundo intelectual europeo de aquello años; sólo sus editores parecen haberse percatado de la importancia de la crítica que contenían. Y no fue sino hasta la publicación de las tesis en una selección de ensayos bajo el título Escritos (Schriften) en 1955, pero sobre todo la publicación en dos tomos de los Escritos selectos (Ausgewählte Schrifeten) en dos tomos, Iluminaciones (Iluminationen) de 1961 y Angelus Novus de 1966, cuando empezó la recepción de la obra de Benjamin en los años sesenta en Alemania; la fama póstuma caería entonces sobre el nombre de Walter Benjamin y su obra comenzó a adquirir una pervivencia duradera hasta la actualidad.

    Desde entonces, las lecturas de los escritos de Benjamin se han debatido entre los extremos de la izquierda: marxistas y materialistas, el romanticismo y la hermenéutica de orientación filológica y una tradición teológica y judaica.23 Este debate ha tenido una gran resonancia en otros países de Europa y también llegó a América Latina, en donde se han dado innumerables y a veces divergentes lecturas de sus escritos, en particular de las tesis Sobre el concepto de historia.24 Resulta irónico que un autor que fue casi un desconocido en su tiempo, sea en la actualidad objeto de apasionados y polémicos debates en diversas partes del mundo.

    Sobre los contenidos de la tesis, Michael Löwy distingue al menos tres grandes tendencias interpretativas, por una parte, la concepción materialista, para la cual Benjamin es un marxista, cuyas consideraciones teológicas no son sino metáforas, que nos remiten a verdades materialistas (Bertolt Brecht); por otra parte, estaría la posición que defiende que, ante todo, Benjamin era un teólogo judío, que frecuentemente abusa de la terminología marxista, pero que en el fondo es un pensador mesiánico (Gerschom Scholem); finalmente, la posición que considera que Benjamin intentó conciliar marxismo y teología judía, materialismo y mesianismo, pero debido a la incompatibilidad de estos discurso, llevaron al fracaso la tentativa de Benjamin (Jürgen Habermas y Rolf Tiedemann).25

    Löwy propone un cuarto enfoque, no menos problemático, en el que Benjamin sería marxista y teólogo al mismo tiempo. Si bien marxismo y teología son concepciones incompatibles, Löwy sugiere que Benjamin las reinterpreta, las transforma, las “sitúa en una relación de esclarecimiento recíproco que permite articularlas de manera coherente.” De allí que se vio a sí mismo como un Jano, que mira hacia Moscú con un rostro y con el otro mira hacia Jerusalén. Dos rostros, pero una sola cabeza, “marxismo y mesianismo no son sino las dos expresiones… de un sólo pensamiento”, una paradójica reversibilidad reciproca, del marxismo en el mesianismo y viceversa. Tal relación entre revolución y redención es establecida por Löwy a partir de la noción de afinidad electiva (Wahlverwandtschaften), es decir, una relación de “atracción mutua y fortalecimiento recíproco de las dos actitudes, a partir de ciertas analogías estructurales que conducen a una especie de fusión alquímica”.26

    Esta idea de Löwy resulta muy atractiva, sobre todo por el especial cuidado con el que reflexiona sobre el concepto de Wahlverwandtschaft (afinidad electiva)27, para intentar comprender la tentativa discursiva de Benjamin. Sin embargo, quizá el enigma que nos plantea las tesis en su conjunto sea posible descifrarlo a partir de sus contenidos críticos, que de sus posibles tentativas programáticas, es decir, que el momento central de las tesis es la crítica, que Benjamin cultiva a partir de la yuxtaposición de diversos discursos, como el materialismo histórico y la teología, el mesianismo y el utopismo, el marxismo y el anarquismo, pero no para afirmar ortodoxamente alguno de éstos, tampoco para conjuntarlos en una síntesis superior, o fusionarlos electivamente, sino para poner en crisis el discurso moderno, disciplinario, racionalista, positivista, cientificista de la historia, en el que el “materialismo histórico” de su tiempo también permanecía atrapado.

    Desde esta perspectiva, una aproximación a las tesis nos permiten ubicar tres temáticas principales. Primero: una crítica de los resabios positivistas que prevalecen en el “materialismo histórico”, particularmente a la idea de historia y de tiempo que le es inherente y, sobre todo, al concepto de progreso; segundo: una crítica a la concepciones de la política y del trabajo del marxismo vulgar, es decir, de la socialdemocracia y del marxismo bolchevique; tercero, una renovación del mismo materialismo histórico, a partir de la introducción de algunas ideas del mesianismo judío, como memoria y tiempo mesiánico, y del utopismo, en especial su particular concepción de la naturaleza.28

    Respecto al primer tema, se trata de un radical cuestionamiento a la visión progresista de la historia, cuya concepción del tiempo histórico aparece como una concepción lineal, homogénea y vacía, la cual afirma dogmáticamente la idea de progreso, pues ve únicamente los progresos técnicos-científicos, pero no reconoce los retrocesos sociales; de allí que está visión de la historia resulte empática (Einfühlung) con la visión histórica de los vencedores. Se trata de una concepción progresista de la historia que ha sido además el fundamento teórico de una práctica política errática de la izquierda; cuyas concepciones de la política y del trabajo que sostienen tanto la socialdemocracia alemana como el Partido Comunista, segundo tema, resultan problemáticas. Según la concepción moderna, el escenario de la política sería el Estado, sus instituciones, los partidos políticos y los políticos profesionales; de allí que la lucha revolucionaria se haya encaminado por el control del aparato estatal; cuando de lo que se trata es de fomentar una verdadera revolución en neutra concepción acerca de la polícia, es decir, la posibilidad de una participación directa de todos los individuos que componen la comunidad en los asuntos comunes y, por tanto, en la conformación de su sociabilidad. Por otra parte, Benjamin veía en la idea de trabajo del “marxismo vulgar” la resurrección de la antigua moral protestante, es decir, la autorepresión sublimada encaminada a la productividad y el sacrificio, que tanto en el capitalismo como en el socialismo soviético desposeían al trabajador del producto de su labor. Estas dos concepciones no sólo fueron aquiescentes con el “espíritu del capitalismo”, sino favorables al surgimiento del fascismo y del nacionalsocialismo. Finalmente, un tercer tema la necesaria renovación del materialismo histórico, es decir, un materialismo que asuma que lo fundamental en la construcción de su discurso es el momento crítico, de allí que su labor es la de cepillar a contrapelo la suntuosidad de la historia. Tal renovación para Benjamin era posible introduciendo algunas ideas del mesianismo judío, por un parte, como la de rememoración (Eingedenken), que sirva para recuperar la memoria de los vencidos que lucharon por su liberación y que fueron derrotados; la idea de tiempo mesiánico, es decir, un tiempo actual (Jetztzeit), en el que la lucha por la libertad, la felicidad y la abundancia no sean postergados a un futuro inalcanzable, sino que deben realizarse en el aquí y en el ahora; por otra parte, el aspecto utópico, que para Benjamin resulta pertinente para cuestionar la visión antropocentrista moderna y su concepción meramente instrumental de la naturaleza, y propone una concepción, según la cual lejos de explotar a la naturaleza, le ayude a parir las creaciones que dormitan en su seno.29 Ideas que para Benjamin resultan más eficaces en la lucha contra el fascismo y favorables a la revolución social.

    Por lo tanto, la tentativa benjaminiana consiste más que en una fusión de motivos dispares, o la afirmación dogmática de alguno de ellos, ya sea el marxismo o el mesianismo, en una puesta en juego, un campo de fuerzas en que cual es puesto en tensión del discurso filosófico, el materialismo histórico y del mesianismo judío, con la intención de renovar radicalmente el carácter crítico del discurso revolucionario. En este sentido, podemos afirmar con Bolívar Echeverría que, la actualidad del discurso benjaminiano está en que nos ofrece “innumerables claves para descifrar el mundo moderno, vías de acceso difíciles pero iluminadoras a los secretos que le vuelven enigmático…”30; se podría agregar, un descifrar críticamente el mundo moderno para su deseable y necesaria transformación.

 

Bibliografía

Arendt, Hannah, Hombres en tiempos de oscuridad / H. Arendt ; tr. por Claudia Ferrari. (Barcelona, España : Gedisa) [accessed 1 November 2013]

Benjamin, Walter, Dirección única (Madrid: Alfaguara, 1987)

———, Gesammelte Schriften 1, 1, ed. by Rolf Tiedemann (Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1982)

———, Über Den Begriff Der Geschichte, 1. Aufl. (Berlin: Suhrkamp, 2010)

Birle, Peter, and Friedhelm Schmidt-Welle, Wechselseitige Perzeptionen: Deutschland – Lateinamerika im 20. Jahrhundert (Frankfurt am Main: Vervuert, 2007)

Echeverría, Bolívar, Valor de uso y utopía (México, D.F.: Siglo XXI Editores, 1998)

Fittko, Lisa, Mi travesía de los Pirineos: evocaciones 1940-41 (Barcelona: Muchnik, 1988)

Hobsbwan, Eric, Historia del siglo XX, trans. by Juan Faci, Jordi Ainaud, and Carme Castells (Argentina: Crítica, 1998)

Löwy, Michael, Redención y utopía: el judaísmo libertario en Europa Central : un estudio de afinidad electiva (Buenos Aires: Cielo por Asalto, 1997)

———, Walter Benjamin: aviso de incendio : una lectura de las tesis ‘sobre el concepto de la historia’ (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005)

Scholem, Gershom Gerhard, Walter Benjamin: historia de una amistad, trans. by J. F. Uvars y Vicente Jarque (Barcelona: Mondadori, 2007)

Wohlfarth, Irving, Hombres del extranjero: Walter Benjamin y el parnaso judeoalemán, trans. by Esther Cohen and Patricia Villaseñor (México: Taurus, 1999)

 

Apéndice

Sobre las diversas traducciones de las tesis a la lengua castellana:

Benjamin, Walter, “Tesis de filosofía de la historia.” En Ensayos escogidos, traducción de H. A. Murena, Ed. Sur, Buenos Aires, 1967.

—, “Tesis de filosofía de la historia.” En Discursos interrumpidos I. Prólogo, traducción y notas de Jesús Aguirre, Taurus, Madrid, 1973.

—, Tesis de filosofía de la historia. En Para una crítica de la violencia. Selección y traducción de Marco Aurelio Sandoval, México 1977.

—, La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Traducción, introducción y notas de Pablo Oyarzún Robles, Arcis y Lom Ediciones, Chile 1996.

—, Tesis sobre la historia y otros fragmentos / Walter Benjamin ; edición y traducción de Bolívar Echevarría, México : Contrahistorias, la otra mirada de Clío, 2005.

Además de estas traducciones, están las realizadas por Michal Löwy y Reyes Mate, para sus libros interpretativos:

Löwy, Michael, Walter Benjamin. Aviso de incendio. Una lectura sobre las tesis sobre el concepto de historia. Argentina, trad. Horacio Pons, FCE, 2003.

Reyes Mate, Medianoche en la Historia. Comentarios a las tesis de Walter Benjamin Sobre el concepto de historia. Ed. Trotta, España 2006.

Referencias
↑1    El elemento destructivo o crítico de la escritura de la historia se pone de manifiesto en la irrupción de la continuidad histórica.
↑2    Lisa Fittko, Mi travesía de los Pirineos: evocaciones 1940-41 (Barcelona: Muchnik, 1988), p. 133.
↑3    Eric Hobsbwan, Historia del siglo XX. Trad. Juan Faci, Jordi Ainaud y Carme Castells (Argentina: Crítica, 1998).
↑4    Idem.
↑5    Fittko, pp. 133–34.
↑6    Fittko, p. 136.
↑7    Ibid. p 137. (Las cursivas son mías)
↑8    Ibid. p. 138.
↑9    Idem.
↑10    Ibid. p. 143-145. (Las cursivas son mías)
↑11    Cf. Gershom Gerhard Scholem, Walter Benjamin: historia de una amistad, (Barcelona: Mondadori, 2007), pp. 236–238.
↑12    Irving Wohlfarth, Hombres del extranjero: Walter Benjamin y el parnaso judeoalemán, (México: Taurus, 1999), p. 141.
↑13    Hannah Arendt, Hombres en tiempos de oscuridad, (Barcelona, España : Gedisa, 2001), p. 152.
↑14    Walter Benjamin, Über Den Begriff Der Geschichte, (Berlin: Suhrkamp, 2010).
↑15    Cf. Rolf Tiedemann. en: Walter Benjamin, Das Passagen-Werk. Gesammelte Schriften, T. V, V. 1. (Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1982).
↑16    Walter Benjamin, Die Aufgabe des Übersetzers. En Gesammelte Schriften, T. IV. Vol. I, (Frankfurt am Main: Suhrkamp, 1972. Versión castellana: “La tarea del traductor” en Conceptos de filosofía de la historia, La plata, Terramar 2007.
↑17    Cf. Arendt. Op. Cit.
↑18    El término libertario se refiere al anarquismo, que como el mismo Benjamin afirma: “Seit Bakunin hat es in Europa keinen radikalen Begriff von Freiheit mehr gegeben. Die Sürrealisten haben ihn.” (Desde Bakunin no hay en Europa un concepto de libertad tan radical como el de los surrealistas). Cf. Walter Benjamin, “Der Sürrealismus. Die letzte Momentaufnahme der europäischen Intelligenz”, en Gesammelte Schriften, T. II, vol. 1, p. 306. (La traducción es mía).
↑19    Walter Benjamin. Einbahnstraße, en Gesammelte Schriften T. IV, V. 1, p. 85. Versión castellana: Walter Benjamin, Dirección única (Madrid: Alfaguara, 1987).
↑20    Cf. Walter Benjamin. Gesammelte Schriften. T. I, Vol. 3. Suhrkamp, Frankfurt am Main, 1991. pp. 1223-1229.
↑21    Idem.
↑22    Michael Lowy, Walter Benjamin: aviso de incendio : una lectura de las tesis ‘sobre el concepto de la historia’ (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005). Michael Löwy señala además, que algunas de las reflexiones de Benjamin, como la crítica al concepto de progreso, pueden ubicarse ya desde 1914, en su ensayo de juventud: La vida de los estudiantes.
↑23    Cf. Horst Nitschack. Walter Benjamin in Lateinamerika. Eine wiedersprüchliche Erfolgsgechichte. En: Peter Birle y Friedhelm Schmidt-Welle, Wechselseitige Perzeptionen: Deutschland – Lateinamerika im 20. Jahrhundert (Frankfurt am Main: Vervuert, 2007).
↑24    A la lengua castellana, las tesis se han traducido al menos en siete diversas ocasiones. Al final de este ensayo incluimos como apéndice la lista bibliográfica de las diversas traducciones de estas tesis, de las que, desde mi punto de vista, la mejor lograda es la realizada por Bolívar Echeverría.
↑25    Löwy, Walter Benjamin, p. 42.
↑26    Idem.
↑27    Cf. Michael Löwy, Redención y utopía: el judaísmo libertario en Europa Central : un estudio de afinidad electiva (Buenos Aires: Cielo por Asalto, 1997).
↑28    Cf. Bolívar Echeverría, Valor de uso y utopía (México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores, 1998), pp. 119–152. Este trabajo es deudor del análisis crítico de los ensayos de Bolívar Echeverría dedicados a Walter Benjamin, de los mejores ensayos que se han escrito sobre el tema en lengua española.
↑29    Cf. Benjamin, Über Den Begriff Der Geschichte. Además de la versión alemana, hemos revisado la excelente traducción de Bolívar Echeverría, que se cita al final de este ensayo.
↑30    Cf. Bolívar Echeverría, Valor de uso y utopia (México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores, 1998), p. 53.
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