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Modernidad: Versiones y dimensiones
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[Publicado en: Errancia. Poliéticas, vol. 16, abril de 2015.]

 

El arte

 

Jorge Juanes

 


El arte es siendo, haciéndose, es un territorio en permanente expansión; de ahí, que establecer cánones, paradigmas, límites, vaya en contra de la propia esencia del arte. Esto explica porque aquellos artistas que han establecido paradigmas hayan sido desmentidos.

Es necesario seguir la odisea del arte y mantener una concepción pluralista, incluyente no excluyente.

No siempre lo que se hace en nombre del arte, es arte; esto no quiere decir que pretenda definir una concepción afirmativa del arte.

Este si-no es el principio de todo arte desembarazándose de todo aquello que intenta traicionarlo, determinarlo, limitándolo; es el propio arte el que afirma su sí, frente a este no.

Pensar el arte es complejo; el todo vale, es la expresión de artistas críticos, y curadores de arte perezoso, en un momento en el que es más urgente que nunca denunciar la chatarra o la porquería.

Es necesaria una analítica de lo que está pasando ahora en el arte, para poder pensar la pintura.

Estoy hablando de la aventura del arte moderno y contemporáneo, si uno no sigue esta ruta al pensar el arte como lo han hecho algunos artistas, poetas, literatos, algunos filósofos; es ahí donde encontramos al poeta Baudelaire y con él la concepción de lo moderno; en Hölderlin lo trágico es pensado en el origen de la obra de arte; el ser del arte, lo trágico de Nietzsche; son pensamientos que surgen desde el arte, del arte desde el arte, pensamientos que son del arte.

Hay que pensar el arte sin privilegiar algún momento el arte, sin pretender establecer deducciones trascendentales; al decir el arte es esto, se establece el lecho de Procusto que cercena lo que no cabe en su definición, lo que no se ajusta a su medida y que termina por cortar cabezas.

¿En qué consistiría lo abierto en el arte? Pensar ello es urgente. No establecer el territorio al que pertenece propiamente el arte, es lo que ha llevado a la liquidación del arte.

¿Qué es el sí; qué es el no, del arte?

¿Cuándo nace el arte moderno, cuál es su seña de identidad?

El arte moderno surge en el Renacimiento; en el Renacimiento se produce un giro radical que abre el arte a una odisea que no se detiene y que es imposible intentar detener; la odisea del arte es ilimitada, es una deriva en constante y permanente derivación; no hay meta para el arte en tanto que esta resulta imposible de ser alcanzada.

Pico de la Mirandola escribe el diálogo donde Dios le dice al hombre de su especificidad; el hombre en este texto aparece como un ser libre, creativo; que no es que está respondiendo a las posibilidades que le son prestadas, hay un tiempo infinito y una historicidad propia, una singularidad polivalente que tiene responsabilidad sobre y desde su propia persona que nos hace insustituibles, únicos y omniabarcables. Este es el hombre moderno y, para este hombre moderno, no todo es catástrofe. Comienzan a aparecer Tintoreto, Ticiano y otros, a través de un arte donde progresivamente los cánones revientan porque ya no pueden contener, los artistas inventan su propio orden; a finales del siglo XVI esto es manifiesto e irresistible.

Los manieristas, Miguel Ángel, Tintoreto y el Greco, como manifestaciones de lo irreductible y de lo singular: yo formo mis formas, yo trazo, yo marco, yo determino, yo me afirmo en mi estilo.

Tres cosas:

Lo artesano.

Artista es el que crea, el que propone, el que construye; lo mismo exactamente que lo que dijo Duchamp.

El artista es un pensador contra el determinismo del oficio.

Artesano es el que es meramente un erudito en el oficio, un artista rutinario, u repetidor, un plagiario incapaz de constituir ni de proponer nada.

 

El artista propone.

Sobre la base de los nombres, surge el encumbramiento de los nombres propios más allá de lo medieval que se remitía a establecer lo que había que repetir y reproducir sin pensar ni proponer.

La escuela de Atenas está dedicada a pintores que hacen que el arte esté a la altura de la filosofía; el arte prístino, primitivo originario, está a la altura de la poesía; es lo que le da la seguridad a los artistas de que su arte es libertad, creación y diferencia; éste es el origen del arte moderno. El arte como autoconsciente de su libertad y singularidad.

Tres artes que marcan el rumbo del arte: la poesía, la música, la pintura; que Hegel propuso, aunque no estoy de acuerdo con su jerarquización que establece en su Fenomenología del espíritu.

Primero: La subjetividad requiere de materiales humanizados que puedan dar lugar a la encarnación de la propia singularidad; hablamos del antes de la creación de materiales, del antes del proceso de subjetivación, de humanización.

Segundo: A partir del siglo XVII y XIX es que el artista no se siente identificado con el mundo circundante; los artistas escogen la soledad, la creación de mundos alternativos.

La Academia es el arte oficial, canónico, petrificado, que se enseña y aprende como lo esencial negándose al arte, cuya muerte está en las manos de sus asesinos: aquellos que la crean.

Frente a esto, se pronuncian los que no soportan dogmas ni “corsetes”, la otra modernidad genera al arte; la otra modernidad, que no es la que conocemos.

El Barroco reivindicó lo monstruoso y la luz, el aire, el resplandor de las formas se mantiene en pie y se radicaliza lo enigmático, lo indecible, lo que no cabe n el dogma religioso y lo institucional.

El claro-oscuro de Rembrandt es el espacio de preservación de la soledad, de la intimidad insobornable; los personajes están resguardados del exterior, es una apuesta existencial. No es lo mismo el tenebrismo de Caravaggio que el de Sulvirán y que el de Rembrandt.

El de Sulvirán es el espacio de la mística, del encierro para que se dé la trascendencia, respondiéndole al protestantismo, que propone que cada uno hace su aproximación; los españoles dirán con San Juan de la Cruz “es el saber no sabiendo y toda ciencia trascendiendo”.

Tercero: La masificación de los hombres, el hombre sustituible, reemplazable, que ha delegado esa irreductibilidad que la modernidad le ha legado.

La marginalidad extrema lleva al suicidio, a la locura, preferibles a la reducción del exterior, a los apasionados extremos que hacen del arte un absoluto.

El grito, la pintura Negra, la huida de Europa; los artistas dirán “Europa a muerto a concluido, Europa es un cadáver, aquí ya no hay nada del arte romántico, del ascenso de la sensualidad de los africanos, de los movimientos y la otredad”. Sin otredad no hay arte contemporáneo, no hay salida a la asfixia que produce el control y la necesidad brutal de dominio.

“Mis aliados son la prostituta, el vagabundo, el pepenador, aquellos que comparten la marginalidad y la resistencia a integrarse y la resistencia a integrarse al sistema, a la dominación” dirá Baudelaire.

El origen del arte contemporáneo, las famosas vanguardias artísticas que surgen con los jesuitas y que tienen una connotación militar, se sostiene en la disciplina y la ausencia radical de libertad.

A veces se están reinventando en el 2009, como pintura pretenciosamente contemporánea, lo que el Dada y el Cubismo hicieron hace un siglo, y ello, además de mortal para el arte, no deja de ser patético. La vanguardia que acepta las artes heredadas y que cree que esas artes, la escultura y la pintura, tienen vigencia.

Hay que hacer una revolución radical frente a esta frente a esta castración formal y propositiva de las artes; se les tiene que dar la vuelta en un proceso de radicalización extremo. Las señoritas de Avignon reúne el paleolítico, el manierismo, el arte y la máscara africana, que produce una ruptura con el arte, decimonónico occidental, tal y como ha sido reivindicado por las academias.

El termino cubismo surge cuando ya no hay cubos y que por ello hay que cambiarlo; surge el arte abstracto, la historia de la pintura del siglo XX hasta Francis Bacon.

Lo que renueva el arte son las vanguardias que consideran que las artes heredadas pertenecen al pasado, aunque sigan celebrándose.

El Dada de Duchamp; el Constructivismo ruso del que nadie hablaba; hasta que cayó el Muro de Berlín se habla de la Bauhaus y no de las artes nómadas que construyen el arte desde el arte.

El Dada es llevar la libertad al mundo; no es subsumir, el arte no es la vida, eso es un disparate; al contrario, el libro de Duchamp y el de Andy Warhol lo anotan al unísono; la libre asociación de ideas, el teatro del cuerpo, la escritura en acto.

Ya no existen artes canónicas a mediados del siglo XX, el artista se ha liberado, se asume desde el arte en la realidad y en la situación misma; el happening, el arte cibernético, el performance; los artistas son los que proponen; hoy hay una apertura y, a la par de ello, el plagio de las artes alternativas.

El famoso arte Conceptual; en México a todo lo que no es pintura y escultura se le llama arte conceptual; no sé por qué, no lo sé. Es una discusión que se tiene que hacer hoy porque en ello va el destino del arte, del arte conceptual.

El arte es la idea bajo forma sensible; ya no se está en el arte sino en la filosofía; la forma sensible, la corporalidad, la materialidad, son materiales del arte; el arte conceptual es algo forjado por la filosofía logocéntrica racionalista, que, en el mundo occidental, se hace pasar, sin más, como la hipóstasis de la filosofía de la conciencia, que se hace pasar como la filosofía; eso que llamamos filosofía es una reducción logocéntrica de la modernidad claustrofóbica que se basa precisamente en la (…) para que el pensamiento se libere de los demonios y de aquello que pudiera ensuciarlo, esta filosofía logocéntrica, tautológica, matematizada, tiene que ver con aquello que ha sido excluido porque puede alterar la completud tautológica logocéntrica; es un intento de reducción y sometimiento del arte, de aquello que el arte ha resistido.

El cierre logocéntrico significa el fin del arte; ni siquiera se puede pensar el arte desde estas filosofías.

Ni la voluntad de dominio, ni el logocéntrismo tienen que ver con el arte; ni con la política maniqueísta de los políticos, conmigo o contra mí, ni con la toma del poder.

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