[Reseña de: Luis Ramos Alarcón, et. al., Los saberes en la modernidad. Aproximaciones desde la filosofía, Cuadernos del Seminario de la Modernidad 12, México, UNAM, 2018.]
El saber y sus derivas
Notas sobre Los saberes en la modernidad. Aproximaciones desde la filosofía (Cuaderno SUM 12)1
Crescenciano Grave
Todos, tal vez, hemos tenido noticia de la hipérbole de Whitehead: “La historia de la filosofía occidental son notas a pie de página de los Diálogos de Platón”. Podemos aceptar lo anterior como cierto si atendemos a los problemas que Platón formuló y cuya reaparición a lo largo del tiempo ha moldeado la historia de la filosofía.
Con respecto al saber, es decir, a la unidad cuya definición determina la pluralidad diferente de los saberes, Platón, en el Teeteto –diálogo, por cierto, donde aparece su famosa caracterización del origen de la filosofía en el asombro–, examina tres diferentes definiciones y, finalmente, después de haberlo desarrollado, deja abierto el problema planteado. Por ello, algunos consideran al Teeteto un diálogo aporético. Las tres definiciones del saber que Platón examina son: 1) el saber es sensación; 2) el saber es una opinión verdadera; 3) el saber es una opinión verdadera acompañada de razón. La discusión de estas tres definiciones se da en estrecho vínculo con la consideración de la naturaleza de aquello que conocemos. ¿Es el objeto del saber lo que, por estar siempre en devenir, es siempre cambiante o, por el contrario, lo que puede ser sabido es lo que permanece siempre idéntico a sí mismo?
Al final, Platón propone que tenemos saber cuando estamos en relación con la realidad verdadera, es decir, cuando nuestra alma, en contacto con las ideas, con lo que verdaderamente es ente, lo refleja revelándoselo a sí misma. Así, de acuerdo con Platón, el alma, al conocer el ser de las cosas, es decir, conociendo la presencia de lo permanente en las cosas temporales, se conoce a sí misma. Desde este conocimiento, puede conducirse con virtud tanto en lo que respecta a la ética como en lo referente a la política. El saber de sí misma a través del saber de las ideas posibilita que las distintas potencias del alma cultiven su virtud característica (el apetito y la templanza, el coraje y el valor, la razón y la sabiduría) y, puesto que cada una de éstas predomina en los trabajadores, los guardianes y los filósofos respectivamente, el hacer lo propio de cada uno lleva a que en la polis se forme e impere la justicia.
Con lo anterior se intenta mostrar que el problema del saber, desde sus orígenes platónicos, no es un problema abstracto, es decir, separado del modo como los seres humanos proyectan su existencia habitando un mundo constituido por relaciones significativas. Sin olvidar que la forma moderna de pensar es radicalmente diferente de la griega, señalamos que el modo como se aborde y “solucione” el problema del saber deriva en el modo como el ser humano se comprende a sí mismo y en sus relaciones entre sí –éticas, sociales, políticas –, en sus relaciones con la naturaleza e, incluso, con la divinidad, relaciones que, en la época moderna, se conciben desde las potencias racionales del ser humano.
Los trabajos reunidos en el cuaderno Los saberes de la modernidad. Aproximaciones desde la filosofía (2018) se concentran en temas particulares, pero no se ensimisman en planteamientos academicistas, sino que derivan hacia sus implicaciones mundanas –por supuesto, en el buen sentido. El artículo de Luis Ramos-Alarcón, “Alma y naturaleza en Descartes, Locke y Spinoza”, aborda su asunto desde el reconocimiento de “la relevancia del estudio de la naturaleza en beneficio de los seres humanos en general, o del reino o estado civil en que se encuentran”.2 Detrás de las discusiones sobre el problema de la sustancia –es decir, lo que permanece– y las cualidades y accidentes sometidos al cambio, se decide lo que somos y la manera de relacionarnos con la naturaleza y con nosotros mismos. Partiendo de Descartes y continuando con Locke y Spinoza, Ramos-Alarcón reconstruye una discusión que gira en torno a la metafísica, la filosofía natural y, en menor medida, la ética. No es una reconstrucción, digamos, aséptica, sino que, sin dejar de reconocer la importancia de Descartes y Locke, el autor manifiesta su inclinación por la postura de Spinoza, pues considera que el filósofo holandés lleva la razón matemática hasta sus últimas consecuencias para hacernos comprender la existencia y el poder de las cosas como modos de la única sustancia.
Por su parte, Enrique Serrano, en su artículo “¿Qué significa juicio sintético a priori?”, plantea que la respuesta a esta pregunta es la condensación de la razón pura según Kant y, por tanto, su clara respuesta nos permite el acceso a la comprensión del sistema filosófico kantiano. Esta propuesta se sostiene hilando una serie de argumentos cuyo fin es presentar y, al mismo tiempo, superar algunas ambigüedades que, de acuerdo con Serrano, se encuentran en el propio Kant, y cuyo origen “es la falta de una teoría del lenguaje” que ofrezca “las herramientas conceptuales para llevar a cabo, con éxito, la revolución filosófica que plantea”.3 Desde aquí, Serrano realiza un ejercicio de lectura crítica del propio Kant para situar la obra de éste como punto de partida del “campo problemático de la filosofía contemporánea”.4 Este ejercicio reconstruye la polémica que el filósofo de Königsberg está sosteniendo a dos bandas: ante el frente racionalista y ante el frente empirista. Kant, por así decirlo, decide esta lucha planteando que la experiencia se construye desde la unidad de sensibilidad y entendimiento o, dicho en términos de Serrano: “Siempre percibimos el mundo a través del lenguaje”.5 La unidad activa de sensibilidad y entendimiento o de percepción y lenguaje es la base para comprender –y responder– la pregunta conductora del artículo que, al desarrollarse, señalando también su importancia en los territorios de la razón práctica, le permite a su autor desplegar un texto emocionante por la pasión con la que aborda sus temas, y la polémica que esgrime abriendo sus propios frentes de batalla.
Valgan, pues, estas breves palabras como invitación a la lectura y discusión de este cuaderno cuyas aproximaciones al saber, me parece, funcionan como una introducción –es decir, un involucrarnos realmente– en buena parte de las discusiones de la filosofía moderna.
Referencias