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[Texto leído en la presentación del libro realizada en el marco de la 4ta Feria del Libro Independiente en La Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica el 6 de junio de 2013.]

 

Bolívar Echeverría. Crítica e interpretación

(Reseña del libro compilado por Diana Fuentes, Isaac García Venegas y Carlos Oliva)

 

Gustavo García Conde

 


Bolívar Echeverría fue un filósofo ecuatoriano, quien radicó en México desde finales de los sesentas. Cursó sus estudios de filosofía en Alemania, en el Berlín de los años 60’s. Ahí, comenzó a estudiar la obra del inaugurador del discurso crítico: Karl Marx. Sus estudios recorren además a varios de los autores más importantes del siglo XX: Walter Benjamin, Georg Lukács, Horkheimer, Theodor Adorno, Heidegger, Sartre, Rosa Luxemburgo, Fernand Braudel, Lewis Mumford, etc. Tenía también una deuda importante con las obras de Ernst Bloch, Karl Korsch, Karel Kosik, Roman Jakobson, Saussure, Mauss, Bataille, Coseriu, Deleuze, Marcuse, Bertolt Brecht, etc. Sin embargo, otros temas tratados por Bolívar están pensados en abierta polémica, por ejemplo, con Max Weber, Edmundo O’Gorman, Baudrillard, Levi-Strauss, Octavio Paz, Foucault, etc. Por otra parte, tenía una deuda importante con el arte, con el terreno de lo poético-pensante, desde obras literarias hasta la música.

Bolívar Echeverría es un pensador importantísimo e imprescindible para las generaciones actuales que buscan desdecir y contradecir la dinámica actual de la modernidad capitalista y, también, para aquellos que buscan las posibilidades para negar y trascender este orden; para aquellos que quieren observar dónde están sus quiebres; observar cómo se van conformando nuevos rasgos constructivos de la vida social moderna y como éstos pueden destronar los rasgos destructivos del capitalismo.

Bolívar Echeverría falleció en junio de 2010. Este libro es resultado de una serie de mesas que se organizaron para discutir su obra y su aporte en un homenaje dedicado a su obra y que se llevó a cabo en la Facultad de Filosofía y Letra de la UNAM en 2010. El libro contiene la participación de 36 autores, gente que conoce el pensamiento de Bolívar, algunos de ellos colegas o amigos suyos, pero que no por ser amigos concuerdan precisamente con su postura. De aquí quizá el subtítulo del libro: crítica e interpretación.

Este libro puede servir para aclarar algunos aspectos del pensamiento de Bolívar; para abrir nueva líneas de investigación o para realizar una revisión crítica de algunos de sus planteamientos. Y es que en verdad se carece de obras que comenten o que interpreten bastamente el trabajo de Bolívar. Este libro viene a subsanar este aspecto de un modo inicial.

El libro se abre con unas palabras de Raquel Serur, compañera de Bolívar, pronunciadas en 2010 ante la Asamblea Nacional de Ecuador, donde se le rindió homenaje. En esta apertura del libro, Raquel Serur caracteriza a Bolívar como un roble:

El símbolo es perfecto pues eso es lo que era: un roble. Recto, firme y apuntando siempre hacia la luz y no hacia la oscuridad como sugieren algunos de sus lectores.

Su discurso crítico era siempre una forma de ver la oscuridad del bosque, de mostrar desde ángulos distintos, cómo vivimos sumidos en una catástrofe de magnas dimensiones y cómo las sociedades — hasta ahora— se han visto imposibilitadas de reaccionar para sacudirse el yugo capitalista. Mostrar lo negro del bosque no era —y no es— una forma del pesimismo en Bolívar Echeverría. Por el contrario, él pensaba que sólo escudriñando minuciosamente la oscuridad del bosque es que se podría imaginar una modernidad no-capitalista. Para él, los pesimistas son aquéllos que piensan fatídicamente que, con todo lo negativo de esta modernidad, no hay otro camino posible por transitar en el mundo occidental moderno.

Y eso es Bolívar, un roble robustísimo, frondoso y viejo —por la experiencia—. Un roble como el de la imagen de la portada del libro. Para quienes vimos a Bolívar y vemos y pensamos ahora en esta imagen, llena de vida, las palabras se quedan cortas para asemejarlos.

Bolívar también podría ser caracterizado con una ceiba. La metáfora es más adecuada para estas latitudes caracterizadas por el verde verde, como nombró Alejo Carpentier al acallante y vasto paisaje latinoamericano: el verde verde. La ceiba también apunta hacia el cielo y hacia la luz —la cual siempre es un derroche en estas regiones—, pero la ceiba puede crecer incluso donde no hay suelo fértil, como en los duros y agrestes peñascos. La ceiba también tiene un grueso tronco que es capaz de sostener sus gruesas y extensas ramas, cuyos frutos —que hablan de su fertilidad— parecen algodones. Pero, aún más, la ceiba tiene raíces profundas que, sin embargo, son visibles. Las raíces de Bolívar Echeverría —a pesar de su innegable universalismo— son la “centralidad de la periferia”, y sus fundamentos son el discurso crítico, que, como los raíces de la ceiba, son imposibles de esconder y es lo primero que se nota de ella. Estas raíces asemejan rizomas. Así era Bolívar. Un profundo pensador rizómático —eclosionador y no centralizador—, capaz de crecer sobre cualquiera que tampoco gustara del dogmatismo, sino de la apertura y del afloramiento de la criticidad.

El libro se encuentra dividió en 6 partes. La primera de ellas se titula La obra de Bolívar Echeverría. Ahí Julio Echeverría, Pedro Joel Reyes, Antonio Aguirre Rojas, Rodrigo Martínez Baracs y Javier Sigüenza, resaltan el carácter radical y revolucionario del conjunto de la obra de Bolívar, desde su lectura crítica de El capital hasta sus planteamientos sobre lo barroco en América latina. Un radicalismo que se aparta de la “política real”, la política de lo políticos, porque cree que la auténtica vida política de una sociedad está fuera de este grillete estatalista y nacionalista, y se encontraría, más bien, en la vida cotidiana de los seres humanos. Los autores, además, contextualizan a Bolívar en las discusiones de la época.

La segunda parte de libro se titula Modernidad y capitalismo. Contiene los ensayos de Crescenciano Grave, Roger Bartra, Luis Arismendi, Isaac García Venegas, Diana Fuentes y Carlos Oliva —éstos tres últimos son los compiladores del libro y fueron también quienes organizaron el homenaje de septiembre de 2010—. Crescenciano concentra parte su ensayo en la disociación de los términos “modernidad” y “capitalismo”, que son tomados muchas veces como sinónimos, pero que sólo reflejarían una confusión: la que cree que lo mismo es ser capitalista y ser moderno. Pero Bolívar Echeverría afirma que es posible ser moderno sin ser capitalista. Y aún más, pues sólo se puede ser moderno si no se es capitalista. Ser capitalista es ser anti-moderno. La modernidad apunta a firmar la libertad humana; el capitalismo, en cambio, apunta a esclavizar al ser humano.

Roger Bartra retoma una discusión que tuvo anteriormente con Bolívar sobre qué es el romanticismo. El romanticismo sería una versión de la modernidad que no buscar escapar imaginariamente de la modernidad misma, sino que busca trascender la parte destructiva de ella. De ahí que, según Bartra, Marx también sea uno estos espíritus románticos del siglo XIX.

Isaac García Venegas realiza un texto lúdico sobre la “excentricidad” de Bolívar Echeverría, una “excentricidad” que sólo puede ser tal si se le mira desde una perspectiva capitalista, pues —dice Isaac— se pregunta la modernidad capitalista: ¿quién que se diga hombre de bien dedica su tiempo a desmantelar el aparataje del capitalismo sobre todo cuando éste ha mostrado su dominio omnímodo? Y se contesta ella misma: obvio, sólo un excéntrico. Quizá entonces lo que haya que reivindicar es la excentricidad, el dispendio para la crítica.

Por su parte, Diana Fuentes y Carlos Oliva realizan dos ensayos sobre la crítica de Bolívar al concepto de Revolución, sus límites y posibilidades actuales cuando el concepto de Revolución del siglo XIX parece impracticable en este siglo XXI. ¿Dónde encontrar —se pregunta Carlos Oliva—, la radicalidad de un acto revolucionario actualmente? Muy probablemente la respuesta se halle en la resistencia a la cosificación, la cual puede llevarse a cabo en cualquier hecho —cotidiano, público o privado— siempre y cuando no se realice en obediencia al dogma de fe capitalista.

Luis Arizmendi concentra buena parte de su texto en clarificar la polémica entre György Márkus y Bolívar Echeverría sobre en qué núcleo duro o sobre que contradicción se alza El capital de Marx. Una polémica de la que Bolívar saldría bien librado —por no decir triunfador—, debido a la sistematicidad con la que se dedicó a estudiar la obra de Marx.

La tercer parte del libro Marxismo y teoría crítica, contiene los ensayos de Mariflor Aguilar, Jorge Juanes, Aureliano Ortega Esquivel, Marco Aurelio García Barrios, Stefan Gandler, Jorge Veraza y René Aguilar Piña. Los autores tratan el tipo de marxismo al que Bolívar puede ser adscrito; cuáles son las corrientes de las que él abreva; la relevancia de su marxismo para América latina, sus aportes para la discusión marxista actual; su oposición radical al “marxismo dogmático”, al del socialismo “realmente existente”; su propuesta de lectura de las Tesis de Marx sobre Feuerbach; el gran aporte de Bolívar al resaltar el concepto de “valor de uso” y de “forma natural” de la vida social o su propuesta sobre cómo está estructurado El capital.

La cuarta parte del libro trata sobre El ethos barroco según Bolívar Echeverría. Aquí escriben grandes conocedores del tema como Antonio García de León, Margarita Peña, Margara Millan, Rafael Rojas, Ignacio Sánchez Prado y Francisco Mancera. Según Bolívar, el ethos barroco es un comportamiento en la vida cultural cotidiana de América Latina. Bolívar Echeverría pretende reivindicar el término barroco. Cree no es posible pensar la vida cultural en Latinoamérica como una vida “surrealista” o del “realismo mágico”.

Baltazar Gracían, un autor del siglo XVII, escribía: “Y es saber vivir convertir en placeres los que habían de ser pesares”. Esto hace un comportamiento barroco: mediante lo imaginario logra trascender el aspecto negativo, detestable e invivible que hay en la vida realista, para transfigurarlo a un segundo plano, en el que sólo en la imaginación, resulta positivo y con mayor necesidad de ser vivido. Aunque Bolívar advertía que este carácter barroco —que privilegia la construcción de un mundo de sentido de vigencia sólo imaginaria y que fue el que hizo posible la reconstrucción de la vida civilizada entre los indios y las poblaciones bajas de la América española del siglo XVI y XVII—, es también la causa de la miseria de los pueblos latinoamericanos. Ya que su transformación o revolución es efímera. Sólo neutraliza las contradicciones de la vida, pero no las elimina “real y efectivamente”. Los pesares son convertidos en placeres, pero sólo como una representación teatral absoluta.

La quinta parte del libro, titulada Filosofía de la cultura y perspectivas sobre el arte, contiene los ensayos de Federico Álvarez, Iván Carbajal, Manuel Lavaniegos, Adolfo Gilly, Evodio Escalante y Ricardo Pérez Montfort. En estos ensayos sus autores abordan otro de los grandes aportes de Bolívar Echeverría al concepto de cultura. Comentan sobre todo el libro Definición de la cultura —también editado por Itaca en coedición con el FCE—.

La sexta y última parte del libro se titula Imágenes de Bolívar Echeverría. Aquí escriben José María Pérez Gay —recientemente acaecido—, Ignacio Díaz de la Serna, Óscar Martiarena, Teresa del Conde y Horacio Ortiz. En esta parte del texto se incluyen las ponencias que trataron aspectos de la persona de Bolívar; sobre su carácter, la amistad que mantuvieron con él. Resalta el emotivo texto de Ignacio Díaz de la Serna, quien escribe que con Bolívar ha sido una de las personas con quien más ha reído. Por su parte, José María Pérez Gay hace un recorrido desde que conoció a Bolívar en 1965 en Berlín, en un seminario de discusión con Rudi Dutschke. Teresa del Conde muestra al Bolívar conocedor del arte y con quien tuvo discusiones, por ejemplo, sobre la obra de Francisco Castro Leñero.

 

REFERENCIA:

BOLÍVAR ECHEVERRÍA. CRÍTICA E INTERPRETACIÓN, Diana Fuentes, Isaac García Venegas y Carlos Oliva Mendoza (comps.), Itaca / UNAM, 2012, ISBN: 978-607-02-3796-6, 14×21 cm., 466 pp.

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