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[Publicado en: Istor, año VI, núm. 27, invierno de 2006, pp. 154-156.]

 

La mirada del ángel*

 

Isaac García Venegas

 


Hay quien dice que Walter Benjamin “está de moda”. En esta afirmación no hay dolo ni mala fe, pero sí cierta incomprensión, nada extraña en el caso de este pensador que la padeció en vida. Para tal afirmación se ofrece como fundamento la constante referencia que se hace a él y su obra en los más diversos ámbitos académicos, como si la frecuencia de las citas fuera índice de rating de moda. Sin embargo, esta presencia se explica mejor como efecto de la singularidad del pensamiento de Benjamin que como producto de una “industria cultural” que dicta los cánones en turno de ciertas tendencias académicas.

Una comprensión cabal del pensamiento de Benjamin –necesaria además como redención de aquella incomprensión que sufrió en vida, incluso por parte de sus propias amistades– implica desentrañar en qué consiste tal singularidad y hallar en ello el motivo por el que actualmente se ha convertido en una referencia insoslayable del pensamiento histórico y filosófico, así como un “norte” indispensable para repensar la izquierda occidental.

En este sentido, un esfuerzo interesante es el libro La mirada del ángel. En torno a las Tesis sobre la historia de Walter Benjamín, compilado por el filósofo ecuatoriano residente en México Bolívar Echeverría. La mayoría de los textos que componen este libro se presentaron en un coloquio que tuvo lugar en mayo de 2001 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuyo tema central fue la teoría de la historia de Walter Benjamin –de manera particular la referencia que en ella existe a la “débil potencia mesiánica” que habría que reconocer en toda acción del presente–, expresada en sus Tesis sobre la historia, también conocidas como Sobre el concepto de historia.

Si bien resulta difícil encontrar en todos los textos de este libro interpretaciones unívocas sobre las Tesis sobre la historia, existen no obstante algunos puntos de coincidencia relevantes. El primero de ellos es la “extrañeza” y “extemporaneidad” de este escrito inacabado, originalmente pensado como introducción a aquella otra obra inconclusa que se conoce como Los pasajes. Se trata –como dice Bolívar Echeverría– de una serie de reflexiones que pertenecen “a ese género escaso de los escritos de náufragos, borroneados para ser metidos en una botella y entregados al correo aleatorio del mar”. Una botella que hasta hoy encuentra destinatarios cuyo “espacio de experiencia” y “horizonte de expectativas”, como diría Rienhart Koselleck, posibilitan su comprensión.

En efecto, la radical crítica al “progreso” como parte del fin de los grandes metarelatos; la emergencia de movimientos antisistémicos que en su praxis y discurso invocan mundos de la vida en apariencia arrasados por la modernidad, particularmente en América Latina; y la redefinición a la que se vio obligada la izquierda después de la caída del muro de Berlín, ofrecen claves de interpretación que ayudan a salvar en más de un sentido el “entusiasta malentendido” a que dio lugar la publicación de estas tesis en 1942.

Otro punto de coincidencia que “flota” en los textos que componen La mirada del ángel es aquel que comprende las tesis de Benjamin, con su muy difundida y conocida alegoría del ángel de la historia, como una crítica al historicismo y al positivismo en boga durante aquellos años, pero no exclusivamente. En realidad, dicen los autores compilados en este libro, las tesis critican de manera radical el marxismo oficial y anquilosado que compartía con aquellas corrientes de pensamiento el principio “progresista” de la inevitabilidad de la historia en tanto que permanente narración de los vencedores, y que al paso de los años habría de llevar a ese terrible fracaso en que se convirtió la URSS.

Para Benjamin la paradoja (que vivía como una tragedia de grandes proporciones y que habría de expresarse junto con otras desesperaciones y desilusiones en su suicido en 1940) consistía en que la vena crítica del “materialismo histórico profundo” había sido atajada lo mismo por la institucionalización del discurso comunista proveniente de la Unión Soviética que por el “socialismo” de la socialdemocracia. Crítica que se había adormecido en los brazos de la certeza y la convicción del progreso y que daba lugar a una praxis política que estaba posibilitando la emergencia brutal y belicosa del fascismo.

Precisamente la singularidad del pensamiento de Benjamin proviene de esta crítica y del modo en que pensaba debía articularse el materialismo histórico. Para los autores compilados en La mirada del ángel la parte más sugerente, que no única, de la propuesta de Benjamin reside tanto en la combinación que proponía de “utopismo” y “mesianismo” como en la necesidad de “cepillar la historia a contrapelo”.

Lo primero para lograr algo mucho más importante que la crítica espontánea de lo establecido (como corresponde propiamente al “utopismo”): el momento de la redención, aquel momento “del acto o el sacrificio mesiánico capaz de integrar el mal humano en el bien universal, revertir ese sentido desastroso de la historia y (re)abrir las puertas del paraíso para el ser humano”. Momento que por su propia naturaleza se encuentra en el ámbito de lo cotidiano y que por eso mismo actualiza en cada momento la situación revolucionaria, además de replantear las posibilidades del discurso historiográfico.

Justamente en virtud de lo anterior, la historia aparece en el planteamiento de Benjamin como algo mucho más complejo que la compilación de datos y la narración de dirección única que inevitablemente lleva hasta el presente en su configuración dada acorde con los designios de los vencedores. Según se percibe en las reflexiones que contiene La mirada del ángel, lo que Benjamin proponía es, primero, “cepillar la historia a contrapelo” para dar cuenta de los “pasados futuros” que si bien derrotados iluminan con su existencia negada las posibilidades del “momento mesiánico”. Y segundo, articular un discurso historiográfico complejo que “cite” en su recuerdo y memoria distintos estratos del tiempo, cuyo objetivo no es solamente pedagógico –aprender de las luchas de los que resultaron derrotados–, sino dar cuenta de una realidad accidentada, no lineal ni inevitable, incluso se diría que azarosa; una realidad que si bien se alza como cúmulo de catástrofes contiene en aquellos fracasos tan ansiosamente olvidados por los vencedores la experiencia de la libertad. Una experiencia que no invoca linealmente sino incluso oblicuamente.

El libro de La mirada del ángel es por esto y otras cosas una importante contribución a un debate muy preciso: la necesaria reconfiguración del pensamiento de izquierda no sólo como praxis política sino también como discurso académico. En este sentido también posee una singularidad que no puede pasar inadvertida: que está hecho desde América Latina, y en particular, desde México; un escenario en el que surgió uno de los movimientos antisistémicos más interesantes que han dejado huella indeleble en el mundo. En este sentido, hay que asomarse a este libro con la sensibilidad necesaria para encontrar un peculiar diálogo entre realidad y pensamiento.

 

* Reseña de: Bolívar Echeverría (comp.), La mirada del ángel. En torno a las Tesis sobre la historia de Walter Benjamin, México, Era/UNAM, 2005.

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